miércoles, 20 de febrero de 2013


El origen e Historia de las fallas de Valencia

¿Cuándo tienen origen las fallas de Valencia? ¿Por qué se celebran el día de San José? ¿Por qué se han de quemar estas obras de arte?
La fiesta valenciana por antonomasia no es otra que las fallas, en las cuales cada zona de la ciudad, a veces dos o tres calles, encargan la elaboración de un monumento a un artista fallero, el cual expondrán durante unos días pera después, la noche de San José, quemarlo.
Para el valenciano de a pie, o para aquellas personas que, aunque forasteros, amen la fiesta, resulta normal y está aceptado que el destino final de estas verdaderas obras de arte, a menudo valoradas en miles y miles de euros, acaben siendo pasto de las llamas. Algo que otras personas no son capaces de comprender.

Las primeras fallas

La palabra “falla” va unida a la idea del fuego mediante dos acepciones. La primera hace referencia a una antorcha o luminaria a las cuales ya se les hace referencia en textos antiquísimos como “las crónicas de Jaume I” y que las describían como luminarias urbanas, antecedentes de las actuales farolas.

La segundo acepción tendía que ver con la costumbre de festejar algún acontecimiento, como los que hubo en Valencia en el año 1538 para conmemorar los 300 años de la reconquista de Valencia por Jaume I, o para servir de aviso ante posibles peligros como las que se encendían en lo alto de la torre del Miguelete para anunciar la presencia de piratas.

El nacimiento de las fallas como fiesta popular

El origen de la fiesta, tal y como es conocida hoy, tiene lugar en los humildes talleres de carpinteros y de una forma bien curiosa.
En una época en la que no existía la luz eléctrica, los carpinteros veían, cuando llegaba el otoño, que la luz del día se acortaba y les dificultaba a la hora de trabajar. Para solucionarlo idearon el “parot”, consistente en un palo vertical sobre un trípode y con uno o varios brazos donde colgaban velas y candiles para iluminar el taller.
Después del invierno con la llegada de días más largos, estos armatostes eran sacados a la puerta del taller y, en medio del júbilo de las gentes que allí se congregaban, se le prendía fuego. Para alimentar bien esas llamas, aparte del “parot”, los maestros de la madera acumulaban a sus pies virutas y restos de sus trabajos.



Debido al diseño del “parot”, un palo con brazos, pronto la imaginería de las gentes comenzó a dotar a este instrumento de apariencia humana. Así, uno le colocó un sombrero, otro un abrigo viejo…, y lo que al principio era un montón de madera, se convirtió en el “ninot”, la pieza clave de las fallas.

Carácter satírico de las fallas

Pronto la idea de juntar varios “parots” o “ninots” juntos empezó a ser habitual ya que se pasaba a describir chismes, o historias pícaras que afectaban al barrio o a una calle en concreto. De hecho, en la actualidad, las fallas giran en torno a una historia central que suele ser una sátira hacia temas tan dispares como la política, el deporte o la prensa rosa.
Sin embargo, aún faltaba un elemento básico hoy en día en los monumentos falleros.
Cuando se escenificaba una escenificaba una falla, era normal que la gracia solo la entendieran las gentes de la misma y, lógicamente, los visitantes no entendían nada de la representación. Para solucionar este problema y acercar la falla al resto de la población se recurrió a la elaboración de unos textos explicativos.

El “llibret”

El “llibret” contenía la explicación y la relación de la falla. Se trata de unos textos escritos en valenciano y siempre en verso donde, de forma cómica, crítica o incluso erótica, donde se explica al visitante el tema de la falla que está contemplando.

¿Por qué el 19 de marzo?

En esta fecha concreta tiene lugar el momento cumbre de la fiesta, con la cremà, donde se prenden fuego a todas las fallas a excepción del “ninot indultat”, el cual es salvado de la quema debido a su belleza, gracia o significado.
La explicación de porque la quema de las fallas tiene lugar el día de San José tiene varias explicaciones.
La primera de ellas tiene que ver con los rudimentarios “parots” y el gremio de los carpinteros. El 19 de marzo es el día de San José, que era carpintero, con lo cual no es descabellado pensar que, aparte de que en esa fecha el día ya alarga lo suficiente, los carpinteros aprovecharan para rendir homenaje a su patrón.
Otra explicación tiene que ver con la adoración que el pueblo valenciano tiene por el santo que, sin ser el patrón oficial de la ciudad, goza de la simpatía y del fervor de éstos. Debido a ello, se celebran las fiestas en su honor aunque una parte muy emotiva de las fallas tiene lugar en la ofrenda, donde los falleros inician una peregrinación hacia la basílica de la Virgen de los Desamparados, una de las patronas de la ciudad, para ofrecerles claveles con los que se elaboran un gigantesco manto a la Virgen.

Una fiesta que no hay que perderse

Las Fallas constituyen una de los atractivos turísticos que presenta la ciudad de Valencia, que une así su benigno clima de primavera con unas fiestas donde la pólvora, la diversión, la música, el arte y el sentimiento religioso se respiran por los cuatros costados.



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